Actualizado 10 de octubre del 2008
Moisés, amante y defensor incansable
de los animales como nunca antes había conocido uno.
Su primer rescate lo hizo a corta edad. Su familia emigró del Estado de Michoacán a la Ciudad de México asentándose primero en una pequeña casa de lámina y cartón en donde el pequeño Moisés decidió albergar un perro husky que había rescatado de la calle. Pero nunca imaginó que el canino terminaría derrumbando las paredes frágiles de la casa al intentar cazar un gato que se escabulló dentro de la misma. Tremenda reprimenda recibió Moisés de su padre, pero eso no mermó su necesidad de rescatar a los animales.
Continuó así ayudando a todo aquél animal que llegaba a su camino: conejos, gatos, tortugas, patos, todo ser vivo que necesitara de ayuda. Años después ingresó al Albergue Centro de Adopción y Rescate Animal. Ahí trabajó varios años hasta que optó por colaborar con los animales como rescatista independiente. Se sentía “útil de servir a los animales” como él decía. Con el tiempo, diversas organizaciones de protección animal, protectores independientes y público en general pasaron a depender del apoyo incondicional de Moisés; será porque nunca supo decir que no, porque los animales eran lo primero, porque retirarlos del dolor y el sufrimiento fue siempre más importante que comer o dormir o ir a tomar unas cervezas con los amigos.
Moisés nunca pospuso los rescates. Fuera de día, en la noche o la madrugada, ahí estaba en la carretera levantando animales partidos en dos por los automóviles, heridos premeditadamente por sus victimarios o abandonados por sus propias familias. Sea cual fuera el destino final de los animales, Moisés nunca cuestionaba solamente acudía al auxilio del animal.
Los rescates que resolvió fueron innumerables y en muchas ocasiones de alto riesgo como por ejemplo este caso, un perro en el Estado de México que cayó a un pozo de aguas negras con una altura de 23 metros. Por fortuna, el perrito de nombre Güero logró nadar hacia la entrada de un túnel. Ahí permaneció por tres días, pero corría peligro inminente por las constantes lluvias que inundarían en cualquier momento el pequeño espacio donde se encontraba. El señor responsable del Güero había llamado a los bomberos para pedir apoyo, pero según él, nunca le contestaron. Así, llamó a Moisés quien acudió a su auxilio el pasado 11 de agosto.
de los animales como nunca antes había conocido uno.Su primer rescate lo hizo a corta edad. Su familia emigró del Estado de Michoacán a la Ciudad de México asentándose primero en una pequeña casa de lámina y cartón en donde el pequeño Moisés decidió albergar un perro husky que había rescatado de la calle. Pero nunca imaginó que el canino terminaría derrumbando las paredes frágiles de la casa al intentar cazar un gato que se escabulló dentro de la misma. Tremenda reprimenda recibió Moisés de su padre, pero eso no mermó su necesidad de rescatar a los animales.
Continuó así ayudando a todo aquél animal que llegaba a su camino: conejos, gatos, tortugas, patos, todo ser vivo que necesitara de ayuda. Años después ingresó al Albergue Centro de Adopción y Rescate Animal. Ahí trabajó varios años hasta que optó por colaborar con los animales como rescatista independiente. Se sentía “útil de servir a los animales” como él decía. Con el tiempo, diversas organizaciones de protección animal, protectores independientes y público en general pasaron a depender del apoyo incondicional de Moisés; será porque nunca supo decir que no, porque los animales eran lo primero, porque retirarlos del dolor y el sufrimiento fue siempre más importante que comer o dormir o ir a tomar unas cervezas con los amigos.
Moisés nunca pospuso los rescates. Fuera de día, en la noche o la madrugada, ahí estaba en la carretera levantando animales partidos en dos por los automóviles, heridos premeditadamente por sus victimarios o abandonados por sus propias familias. Sea cual fuera el destino final de los animales, Moisés nunca cuestionaba solamente acudía al auxilio del animal.
Los rescates que resolvió fueron innumerables y en muchas ocasiones de alto riesgo como por ejemplo este caso, un perro en el Estado de México que cayó a un pozo de aguas negras con una altura de 23 metros. Por fortuna, el perrito de nombre Güero logró nadar hacia la entrada de un túnel. Ahí permaneció por tres días, pero corría peligro inminente por las constantes lluvias que inundarían en cualquier momento el pequeño espacio donde se encontraba. El señor responsable del Güero había llamado a los bomberos para pedir apoyo, pero según él, nunca le contestaron. Así, llamó a Moisés quien acudió a su auxilio el pasado 11 de agosto.
Hubo momentos de mucha angustia, puesto que trabajadores de la zona no lograban aflojar más la cuerda que mantenía suspendido a Moisés. Después de quedar colgado por alrededor de 15 minutos, finalmente logró descender hasta el túnel donde se encontraba el Güero quien lo cubrió de besos en el rostro. Fue una escena estrujadora.Moisés fue un hombre valiente y con gran determinación. Nunca se avergonzó de arriesgar la vida por los animales o derramar una lágrima por ellos, mientras que en nuestra sociedad mexicana a los hombres se les critica por demostrar sus sentimientos y son objeto de burla si acaso se inclinan por defender a un ser vivo capaz de experimentar dolor y sufrimiento como cualquier ser humano.
Moisés, un hombre diferente al resto, pero en especial fue un gran amigo y compañero de lucha por los animales. Duele hasta los dientes que dejara de existir con sólo 30 años de edad, pero también pesa en lo más profundo que estando en vida renunciara a su vida personal para tratar de salvar a cada uno de los animales que le reportaban.
Habrá quienes pensarán que posiblemente ya estaba enfermo del corazón. Pero no fue así. Era un joven sano que decidió darlo todo por los animales pero que terminó llevando su vida a un extremo sin reparar en el daño que esto le estaba ocasionando a su salud. Su taxi era su casa: dormitorio, ambulancia, centro de auxilio, mesa de desayuno y cena. En su taxi salvó animales que terminaron en un hogar digno, aunque también murieron los que llegaban agónicos o en situaciones inimaginables.
Esta es razón suficiente para reflexionar si el movimiento de protección animal en México va por el camino correcto. Me pregunto, habiendo más de cien organizaciones de protección animal en México, ¿Cómo es que no podemos con este grave problema de maltrato a los animales y sobrepoblación de los mismos? ¿Cuántas vidas humanas y de animales seguirán cobrando la sociedad y el sistema de gobierno en México?
Mientras no impulsemos junto con gobierno programas integrales en
términos de bienestar animal y no hagamos valer las leyes de protección animal existentes, difícilmente lograremos cambios de impacto. Es urgente implementar soluciones que corten de raíz el problema junto con las acciones inmediatas de ayuda a los animales. De lo contrario, nuestra generación de protectores/defensores desaparecerá en su momento y la situación de los animales seguirá estática en nuestro país.
Más aún, es necesario que organizaciones de protección animal y protectores independientes nos capacitemos en la atención a reportes de maltrato y rescates que nos reportan y no delegarlos a terceros. Es momento de responsabilizarnos de nuestros propios casos.
El deceso de Moisés ha sido un golpe muy fuerte para mí y ha sido una tragedia para su familia, para la Sra. Consuelo y su hija Ana Linda, quienes fueron como su familia, y para los protectores y animales en México.
Ahora veo a Moisés en el rostro de cada perro que veo vagar por las calles. Apenas ayer, en la esquina de mi casa vi pasar de refilón un taxi parecido al de Moisés, instintivamente giré a ver si era él. Ilusa de mí…
Moisés, un hombre diferente al resto, pero en especial fue un gran amigo y compañero de lucha por los animales. Duele hasta los dientes que dejara de existir con sólo 30 años de edad, pero también pesa en lo más profundo que estando en vida renunciara a su vida personal para tratar de salvar a cada uno de los animales que le reportaban.
Habrá quienes pensarán que posiblemente ya estaba enfermo del corazón. Pero no fue así. Era un joven sano que decidió darlo todo por los animales pero que terminó llevando su vida a un extremo sin reparar en el daño que esto le estaba ocasionando a su salud. Su taxi era su casa: dormitorio, ambulancia, centro de auxilio, mesa de desayuno y cena. En su taxi salvó animales que terminaron en un hogar digno, aunque también murieron los que llegaban agónicos o en situaciones inimaginables.
Esta es razón suficiente para reflexionar si el movimiento de protección animal en México va por el camino correcto. Me pregunto, habiendo más de cien organizaciones de protección animal en México, ¿Cómo es que no podemos con este grave problema de maltrato a los animales y sobrepoblación de los mismos? ¿Cuántas vidas humanas y de animales seguirán cobrando la sociedad y el sistema de gobierno en México?
Mientras no impulsemos junto con gobierno programas integrales en
términos de bienestar animal y no hagamos valer las leyes de protección animal existentes, difícilmente lograremos cambios de impacto. Es urgente implementar soluciones que corten de raíz el problema junto con las acciones inmediatas de ayuda a los animales. De lo contrario, nuestra generación de protectores/defensores desaparecerá en su momento y la situación de los animales seguirá estática en nuestro país.Más aún, es necesario que organizaciones de protección animal y protectores independientes nos capacitemos en la atención a reportes de maltrato y rescates que nos reportan y no delegarlos a terceros. Es momento de responsabilizarnos de nuestros propios casos.
El deceso de Moisés ha sido un golpe muy fuerte para mí y ha sido una tragedia para su familia, para la Sra. Consuelo y su hija Ana Linda, quienes fueron como su familia, y para los protectores y animales en México.
Ahora veo a Moisés en el rostro de cada perro que veo vagar por las calles. Apenas ayer, en la esquina de mi casa vi pasar de refilón un taxi parecido al de Moisés, instintivamente giré a ver si era él. Ilusa de mí…
2 comentarios:
Que Moisés García descanse en paz, ya que vivió también en paz. Su vida fue un ejemplo de entrega, amor y solidaridad para con los mas indefensos y desprotegidos. Su recuerdo será la estrella que nos guíe para seguir en esta dura lucha contra la crueldad é indiferencia a los animales. Dios lo llevó a su lado, y desde allí seguirá protegiendo a todos los animales. Desde Salta (Argentina) este homenaje a este verdadero amigo, a este hombre ejemplar. Nieves
La verdad, no lo llegue a conocer pero por sus historias y comentarios veo que fue un gran ser humano, descanse en Paz Moises.
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